jueves, diciembre 28, 2006

EL AMOR Y OTRAS SORPRESAS

Salud conmilites:


Aquí el Vigía desde el Huecuvú Mapu o País del Diablo, también llamado Bahía Blanca. Todo bien en la ciudad: las víctimas en su sitio, y los verdugos también.


Esta mañana fui a comprar algunas herramientas de campo viejas, para un trabajo de ambientación que me encargaron. Había unos hierros de marcar ganado, metidos dentro de un balde, y los compré, sin mirarlos mucho.


Cuando los descargo en mi casa, veo que tienen la cruz gamada en la punta, con una letra "F".


Le pregunto a un pariente mío que es veterinario y sabe mucho de los campos aledaños. Me dice: “Ah, sí, son del Hogar Funkel. Es un campito que compraron para que los viejitos alemanes pasaran sus últimos años”.


“¿Tenían ganado en el campito?”, pregunto. “Sí –me dice G– el Hogar tiene 15 mil hectáreas...”


Todo normal, les decía. Los nazis retirados marcaban el ganado del campo con la svástica. Luego ese ganado se vendía en el mercado Cuatreros, cerca de la ciudad.


Nadie veía nada malo en ello. Ningún inspector, ningún juez, ningún espía del centro Simon Wiesenthal. Nadie.


Ahora, los hierros viejos se venden en un local de cosas de campo, en Bahía Blanca. La gente los compra para decorar los quinchos. Aquí no ha pasado nada.


Recuerdo un poema de Sandburg sobre la primera guerra: “Apilen esos cuerpos, préndanles fuego, cubran todo con tierra. Dentro de algunos años, un turista preguntará: '¿Dónde estamos? ¿Qué es este bello lugar?'


Sandburg la vio clarita, como la vio el maestro Pound (“Ellos murieron por millones / y todo por una vieja puta / desdentada...”)


La guerra me distrae, compañeros, del objeto de esta misiva, que es informarles que estoy enamorado. El Subc. conoce a la chica, y me ha prometido mantener reserva.


¿Saben qué? Es una compañera oriental, de los pagos del Caronte. ¿Saben qué más? Es escritora. ¿Y saben qué, por último? Escribimos. Nos la pasamos escribiendo. Yo miro lo que hace ella. Ella mira lo que hago yo.


¿No es absolutamente ridículo? ¿No es hermoso?


A principios de enero estaré en Montevideo con A. Y desde allí, tal vez, entre escritura y escritura (porque todo es una metáfora, obvio), haré algún despacho complementario a los del Arcabucero, desde la Banda Oriental.


Sé que ustedes, recios combatientes, lo entenderán. Les acepto esta dispensa que me dan, hasta que vuelva con furia al campo de batalla.


Hoy me toca el remanso de un amor, y lo disfruto.


Alégrense conmigo.

O.

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