miércoles, octubre 25, 2006

GWYNETH Y LOS PERROS

Bienvenido Caronte, otra vez a nuestras lides. Bienvenido su espíritu ácrata genuino, sin edulcorantes. Bienvenidos sus retobos de gaucho montaraz, sus corcoveos, sus galopiadas con la Nati Oreiro.

Yo acabo de saludar la llegada de mi cuarto nieto, Erre (no doy el nombre por obvias razones de seguridad).

Erre vino al mundo en una clínica cinco estrellas del Barrio Norte, muy distinta de aquel hospital “Emilio Civit” de Mendoza donde su papá echó su primer aliento. Otro contexto. Otra situación. No obstante, cuando la madre, el padre y el resto de la familia estaban distraídos, hablando del ajuar y no sé qué otras boludeces, me acerqué a la cuna y le susurré a mi nieto al oído, piel contra piel: “Ojo, pibe, que todo esto es mentira. La verdad es la guerra. La verdad es la revolución. La verdad es el amor consumado entre carga y carga de metralla, en un breve remanso entre dos fuegos”.

Sé que él me entendió. Me apretó fuerte el meñique con su manita de bebé.

Además, es del Rojo ¿les dije? Fue lo primero que hizo al nacer. Un poco de hálito inspirador (tanto como para tranquilizar a obstetras y parteras) y luego un prolongado aliento vital: ¡Dale Rooo...! ¡Dale dale Roooo!

Se lo conté a Gwyneth, una vecinita galesa que saca a pasear el perro por las vías de Pobladora, a la misma hora que yo.

En una vida anterior ella fue actriz de cine, primero en Inglaterra y después en Hollywood, pero un día vino a Avellaneda, a cumplir con no sé qué encargo de ese forro de Anthony Hopkins y se enamoró de Pobladora, de los goznes oxidados de su historia.

Una mañana, sacó a pasear a Tim, un labrador al que le puso el nombre del protagonista de una novela de Dickens. Justo yo había sacado a Nala, una perra ovejera que me transfirió mi hermana y que tiene TCUSO (Trastorno de Concentración en un solo Objeto). Se imaginan el objeto cuál es.

Así las cosas, los perros culeando de mañanita, entre los yuyos, y yo departiendo con Gwyneth sobre las buenas y malas adaptaciones de Dickens al cine.

De ahí en más, elegimos un tema distinto para conversar, cada mañana, viendo coger los perros.

Gwyneth es delicada y no hace preguntas. Hoy le conté que había tenido un nieto de Independiente y sonrió en silencio.

Todavía no es abuela. Piensa que puede volver a ser madre en los próximos años, si consigue un buen padre para sus hijos.

Ahí tampoco me meto. Es el alma femenina, insondable como el mar.

Ella sabe de Babar y de Solo, y del espinoso tema que se debate en los Lores. Sospecho que algo va a hacer para ayudarnos a sacar a nuestra gente de la pérfida Albión.

Yo la espero. No quiero apurarla ni cambiar sus tiempos.

Un día terminaremos revolcados entre los yuyos, lo sé, mientras los perros se quedan conversando de sus cosas.

Salud y RS

Vigía de Pobladora


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