jueves, octubre 26, 2006

HEGEMONÍA Y DEMOCRACIA

Bien decía Don Antonio que el frente decisivo de la gran batalla histórica es el de la lucha por la hegemonía cultural. Kissinger said que “el que maneja los alimentos, controla a la gente; el que maneja el petróleo, controla continentes; y el que maneja el dinero, dirige al mundo”. Pero, el que controla las ideas, es el que fija el rumbo, agregamos desde el CIRPR. La ideología, como nos enseñaron los maestros, es un pesado velo que oculta la naturaleza verdadera de las cosas.

Es indiscutible que nuestros enemigos han consolidado un formidable dominio estratégico en ese frente. Con técnicas de psicología de masas frente a las cuales las que empleara el bueno de Goebbels palidecen por ingenuas y rudimentarias, han sabido programar las mentes de miles de millones de seres humanos para que reaccionen instintivamente como los progres que anatemiza nuestro Vigía en su brillante informe sobre las barras bravas.

Esta jugarreta, por supuesto, no resuelve las contradicciones internas de un sistema (el kapitalismo en su fase superior) fatalmente destinado a destruirse a si mismo en virtud de las leyes de hierro de la usura. Los que no tienen nada que perder seguirán viéndose empujados al campo de batalla por mero instinto de supervivencia.

Es, sin embargo, absolutamente necesario desmontar esas trampas, porque no se puede ganar una guerra si el adversario maneja las conciencias. Con esa herramienta han llevado a las naciones a la guerra imperialista. Y podrían llevarnos a una trágica remake del holocausto nazi en pantalla gigante y con sonido dolby, como dice el perínclito.

La hegemonía cultural la detenta aquel que controla el significado de las palabras. La infernal maquinaria propagandística del Imperio ha conseguido, por ejemplo, que las gentes piensen acriticamente que un hacker es un “pirata”, un “delincuente” que “roba” información para obtener beneficios ilegítimos.

Claro que, para aceptar tal cosa, antes tiene que haber asumido que la propiedad privada del conocimiento está en la naturaleza misma de la vida. Te mirarán como a un marciano si les recuerdas la vieja verdad anarquista de que “la propiedad es un robo”, y ni se te ocurra sugerirles que ya estaba dicho mucho antes, es decir en el Nuevo Testamento.

Un engañapichanga similar han montado con la palabra democracia. Han convencido a las masas que tal sistema es sinónimo del derecho a emitir un sufragio cada tanto.

“Puedes elegir entre el “obrero” Lulinha y el burgués Alckim el domingo próximo”, te dicen. Pero ya has visto que, a la hora de los bifes, uno y otro cocinan el viejo guiso hediondo.

“Puedes optar entre Rovira y el obispo Piña”, insisten. O sea que puedes escoger entre un corrupto con pretensión de reyezuelo y una marioneta del signore Bergoglio, respaldada por Braden, Perón y el increíble Partido Comunista.

“En dos semanas decidirás si prefieres a los hombres del partido de Arbustito o a sus rivales”, te prometen. Pero tales “rivales” son parte de la banda de hipócritas que han permitido en silencio todas las atrocidades de Arbustito y su papá Arbusto.

En suma, podrás decidir cuando no haya nada que decidir. Y si el asunto se les escapa de control, los muchachos ya han aprendido con creces la brillante lección del legendario Pepe georgiano, el Gran Organizador de Derrotas, quien reveló el mecanismo secreto de la democracia kapitalista: “lo que cuenta no es la gente que vota; es la gente que cuenta los votos”.

Controlar a los que cuentan los votos ha sido la manera de decidir los últimos presidentes de Estados Unidos y México. Pero si eso no bastara, todavía se reservan el recurso de cagarse olímpicamente en el dictamen de las urnas, como lo han hecho con las recientes elecciones palestinas.

La crisis terminal de esta civilización de la usura ha dado lugar a una contradicción de términos. Cuando hablamos de democracia capitalista estamos hablando de una utopía. Si hay una cosa, no habrá la otra. Y viceversa.

Por eso es que la humanidad corre el riesgo de ver aparecer entre las tinieblas la siniestra figura de un nuevo cabo cocinero. Pero me temo que no será en Alemania, ni siquiera en Yankilandia, sino en el nefasto Estado Sionista de Israel.

Al menos eso me anticipó Yuri. Me dijo que pronto presentará un informe revelando toda la temeraria trama del asunto.

Salud y maconha para todos.
Cuidado con los tarascones de los perros, Vigía.
Saudade de você, Pitonisa pringlense.

O Almirante


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