jueves, octubre 12, 2006

SADDAM

Están baratos los libros de Saddam Hussein, aquí en Piñeiro. Por la avenida Galicia, cajones de verdura en la vereda, pintadas de algún hincha del Rojo (“Bicho, gracias por Machín”) y libros de Saddam.

Compré uno de tapa dura. Se titula Nuestro combate y lleva el sello de la editora Er’Rachid, de Bagdad, aunque fue impreso en Suiza. Hay uno de Tarek Aziz que también me interesó, La Revolución de la Vía Nueva, pero no me alcanza la plata. Están en oferta, pero llevo el de Aziz o compro dos docenas y media de huevos, como me pidió mi hermana. Elijo los huevos. Antes de cruzar Rivadavia, bajo la luz de mercurio, le echo una ojeada al libro de Saddam. Página 78: “Sabemos perfectamente y vemos de una forma realista que la coyuntura internacional no nos permite en la actualidad destruir la entidad sionista. Algunos nos dicen 'Si ven las cosas de esta manera ¿por qué nos prohiben una actividad política conforme con esta realidad?' Nuestra respuesta es que no hay que considerar esta realidad como si se tratase de un término definitivo... (acotación mía: escribe esto en 1975)... En política los hechos son relativos, evolucionan en función de los factores que se ejercen sobre su orientación y su dinamismo”.

Voy a otro capítulo: “Cuando los Estados Unidos intervienen en un punto álgido del globo con una orientación contraria a la voluntad de los pueblos, utilizando los medios clásicos del imperialismo, esto no hace más que levantar a los pueblos contra ellos, cualquiera sea el dominio en esas regiones de los regímenes reaccionarios con los que ellos se hayan aliado”.

Mierda, Saddam. Todo un estratega. Aunque él deja que lo llamen Arquitecto. Su hermano Falah Jabr lo llama “arquitecto de la revolución” y él se lo agradece en el libro, pero acota; “soy un arquitecto a prueba, y pienso que los dirigentes y jefes de Estado árabes –hablo de los patriotas– están todos a prueba”.

Verdaderamente interesante. Si llego a verlo al Arquitecto antes de su ejecución, le pediré un autógrafo o una dedicatoria en el libro.

Aunque pensándolo bien, un autógrafo de Saddam en mi búnker de Pobladora sería incriminatorio. Me obligaría a dar explicaciones.

Mejor lo dejo en mi mesita de luz con otras adquisiciones. Por ejemplo, una guía de turismo de Hiroshima, de 1945. Salió la guía y cayó la bomba. De no creer.

Mi hermana está haciendo pascualinas. Hace muchas. Desde que yo le dije que me gustaban, aparecieron otros pidiendo lo mismo. Estoy hecho un trend setter (marcador de tendencias). Si pido pascualina, todos quieren pascualinas. Si busco el socialismo, todos buscan el socialismo.

Ay, patria mía.

Desde Pobladora, El Vigía


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