lunes, octubre 30, 2006

SOMOS TODOS EXTRATERRESTRES

Tarde de domingo en Hyde Park. Un otoño inusualmente apacible invita a miles de londinenses a disfrutar del aire libre, distenderse placenteramente y olvidarse por un rato de los desaguisados que el bueno de Tony, marioneta mayor de Arbustito, está llevando a cabo en Irak y Afganistán.

Algún que otro bobby se hace el dolobu y finge no advertir el aroma inconfundible de grass de la buena que viene desde un grupo de jóvenes que cantan reggae reunidos en ronda. Dan ganas de sumarse a la fiesta, pero estoy aquí con una misión específica.

En el amarradero de los botes del lago Serpentine me encuentro con él. Me reconoció, claro, por mi gorra de Almirante. Con una seña casi imperceptible me invitó acompañarlo en un paseo acuático. Apenas si cambiamos algunas frases de ocasión hasta que nos distanciamos lo suficiente de cualquier curioso.

Las cuestiones que teníamos que tratar no eran moco de pavo y Solo, como comprenderán, ya ha superado la ingenuidad que lo llevó a ser descubierto y apresado por los esbirros imperiales.

–¿Cómo está el Iluminado? ¿Encontraron a Babar? Hicieron un buen trabajo en los Comunes, pero el asunto ahora vuelve a los Lores... –me dijo.

Le contesté que todo marchaba según lo planeado, pero que el objetivo de este encuentro era tratar otros interrogantes. Me miró con cierta desconfianza, comprensible en un tierno muchacho escocés sobre quien pende la amenaza de una larga temporada en Guantánamo por el delito de querer saber más de la cuenta.

–No te preocupes, Gary, está todo ok. El punto es que el CIRPR está interesado en conocer lo que encontraste en tus “visitas” a los archivos secretos de la NASA –intenté tranquilizarlo.

–Nada espectacular –me contestó–. Unas cuantas fotografías de objetos que bien podrían ser UFO´s, similares a otras muchas que ya han sido publicadas en cientos de publicaciones.

–¿Por qué tanto bochinche, entonces? –insistí.

–No lo sé. Me gustaría saberlo. De lo que estoy seguro es de que en todo esto hay una verdad que alguien no quiere que se divulgue –afirmó Solo con convicción.

–¿Y cuál sería esa verdad secreta? –inquirí.

–Que los seres humanos somos extraterrestres –sostuvo.

Me quedé sin palabras. No pude evitar preguntarme si nuestro amigo se había pasado de rosca con el cannabis o si la persecución de los perros de la brigada antiterrorista había conseguido deschavetarlo de manera irreversible.

Gary, sospechando lo que yo estaba pensando, me preguntó si había leído a Francis H. C. Crick.

-Bueno, sé que el tipo es el descubridor del ADN, pero la verdad es que la bioquímica no es mi fuerte –confesé.

Solo me invitó a que leyera su libro Life itself de 1981. Una vez que lo hiciera, seguiríamos conversando.

Hoy temprano conseguí un ejemplar del libro de Crick. Allí pude leer lo siguiente:

“Cuando el Sistema Solar estaba empezando a configurarse, en alguna parte de la galaxia existía una civilización que debía hallarse en el grado de progreso en que nosotros nos encontramos ahora, aproximadamente. Esos seres, bastante parecidos a nosotros, indudablemente, comenzaban a trabajar con la vida."

"Un James Watson y un Crick extraterrestres habían descubierto la estructura del ADN. Otros, explotando sus trabajos, habían empezado a crear microorganismos, del mismo modo que nosotros, hoy, 'sintetizamos' las primeras bacterias en probetas".

“Descubrieron nuestro mundo en formación. Entonces se embarcaron en una experiencia que hoy nos parece imposible, pero que, dentro de unas decenas de años, estaremos nosotros mismos en condiciones de emprender: crear la vida inteligente. No exactamente igual que el Dios de la Biblia, que bajó a la Tierra a fin de modelar un poco de barro para formar a Adán, pero casi. Ellos hicieron que, en ese barro original, se pudiera sembrar una bacteria (u otro microorganismo), programado de tal forma que, al cabo de varias decenas de miles de años, desembocara en nosotros”.

“Esos seres sembraron la Tierra igual que nosotros sembraremos quizá mañana un mundo lejano, todas cuyas probabilidades de llevar a la vida a su término más elevado, la inteligencia, estarán determinadas de antemano por nosotros.”

¡...A la mierda...!, me dije, y le mandé un mensaje urgente a nuestro chico escocés para volver a encontrarnos.

O Almirante


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