sábado, noviembre 11, 2006

LA SECRETA PARADOJA DE LANGER

Salud cirpreanos:

Ante todo, mi alegría por saber que un viejo lobo de río, un veterano ariraí, se ha sumado al CIRPR. Su experiencia en el combate fluvial será la llave de nuestras victorias en la campaña del Uruguay, que finalizará cuando nos apoderemos de esas malditas pasteras contaminantes, instalemos otras tantas y lancemos por fin nuestro ambicioso plan editorial, que al paso que vamos demandará todas las existencias de papel y los últimos bosques nativos del Cono Sur.

Si nos sobra algo, entonces le encargaremos a algún periodista que nos haga un cuadernillo ecológico, para mostrar a los organismos internacionales.

Me decía Lupus Flumine, el otro día, que él ya no lee los diarios, que ahora sólo lee La Eterna, y que se entera de las cosas que pasan en el mundo por los recortes del Almirante y del Subc.

Advertí en las palabras de Lupus una velada crítica a la pareja de borrachos (borrachos en sentido figurado) que desde un búnker suburbano imaginan que pueden conducir la revolución mundial.

Las palabras de Lupus son como aquellas de Spinetta, refiriéndose a Gieco: "León vendría a ser el noticiero del rock ¿no?" (lapidario, el flaco).

Y... sí, Lupus tiene razón: es necesario producir relato. Relato de verdad, como hace Yuri, como hace el Iluminado, como hace el Caronte. Y como hacía el Subc. antes de caer en las redes de una nueva Circe.

Pero basta de rodeos y entremos al tema de hoy, que es el examen sereno –mientras me cebo unos amargos– de la paradoja de Langer.

¿Dónde está el relato? preguntará algún chichipío. Sacudiré la higuera, a ver si cae de una vez: ¡Esto es el relato, gil! El relato del Subc. es cortar y pegar noticias insólitas, mientras una rubia silenciosa le saca de a poco las cosquillas. El del Almirante es hacer una versión antiimperialista de Atalaya y Despertad, la revista de los testículos de Jehová, para sumir al enemigo en la más completa confusión. ¡Así se escribe la historia, gil!

Vuelvo a serenarme. Tatuseo el mate, para que no se me lave y les cuento que estuve examinando, recientemente, la paradoja de Langer.

Langer es un humorista argentino, nieto de una sobreviviente de Auschwitz, que hizo sus primeras armas en el periodismo under hasta que echó buena y comenzó a trabajar para algunos diarios de Perú y para el holding Clarín.

En Clarín, después de mucho golpearse contra el burocratismo intelectual de los editores, concibió un personaje populista y complaciente, llamado La Nelly. Es una "doña Rosa" medio zarpada, que matiza sus abundantes momentos de sentido común con algunos berretines y delirios. Nelly acompaña las noticias del diario. Se burla o ironiza, pero dentro de los márgenes permitidos. Así es como se ganan Langer y el co-guionista (un cordobés cuyo nombre no recuerdo) su platita.

Pero muchas veces me pregunté ¿dónde va a descargar ahora Langer su cuota de humor negro (very, very dark), si a diario tiene que tragarse el sapo de Clarin, de El Comercio de Lima y otros medios del sistema? La respuesta fue -y es- Barcelona.

En la revista Barcelona, que tuve el privilegio de ver en los números cero, se ensaya una vuelta de tuerca sobre el punto de máxima virulencia al que había llegado el humor argentino de la mano de Cascioli (Humor Registrado) o de Blotta (Satiricón), en cuanto a medios de masas, se entiende. Langer es uno de los creadores de Barcelona.

La revista parodia de modo burlesco el discurso de los medios masivos. Fustiga lo "políticamente correcto". Se zarpa, como dicen los chicos.

En su primer número, comparaba a Axel Blumberg con Axel Rose. En uno reciente, tituló: "Habla el sidoso que se empoma a Etchecolatz en la cárcel". Si eso es la tapa, imagínensela por dentro. No queda títere con cabeza.

Pero yo seguía especialmente el caso de Langer, un amigo a quien aprecio mucho. Lo comparaba con aquel jorobadito de Arlt, que tenía en su casa un chancho atado con una cadena. Cuando volvía de la calle, de la humillación, del resentimiento y la exclusión, el jorobadito se desquitaba castigando al chancho.

Llegué a pensar que Langer, después de ilustrar las estupideces de los editores de Clarín, después de hacer que la Nelly se comportara como un ama de casa progre (ayudando a una vendedora ambulante boliviana, por ejemplo), se sentaba en la mesa de dibujo y hacía un chiste negro, negro, para Barcelona. Era el jorobadito castigando al chancho.

Me parecía exagerado, pero ahora veo que estaba bastante cerca de la verdad. La última percepción la tuve cuando vi a la Nelly, desde las páginas de Clarín, acompañada por todos los personajes de la tira, pedir la aparición con vida de Julio López. Y al mismo tiempo vi, en la tapa de Barcelona, el siguiente título: "Julio López: ¿en Cuba con los dólares de los Montoneros?"

¿Qué me contursi con la esquizofrenia? Hay un Jeckyll y un Hyde en mi amigo Langer. Uno trabaja en Clarín. El otro, en Barcelona.

Y yo vendría a ser la Mary Reilly de esta historia, la que conoce el secreto de un hombre partido en dos.

Así que, para no terminar contándoselo a la policía o a la prensa, se los cuento a ustedes, mis camaradas y simpatizantes del CIRPR.

Salud y RS.

Vigía de Pobladora


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