miércoles, noviembre 15, 2006

OTRA VEZ EN ÓRBITA

Aquí estoy, nuevamente en el puesto de mando del observatorio galáctico cirpreano, oteando la perenne coreografía de las esferas móviles, monitoreando los campos de energía que atraviesan el cosmos transportando información sensible, escudriñando la mente del maestro mayor, allí donde nacen las cosas y los seres.

Me vino de maravillas el fin de semana en New York. Piensen que yo convivo día a día con el paisaje del espacio estelar y que la irrealidad insensata del mundo actual es un espectáculo que, por lo general, observo a distancia, con la ayuda de instrumentos ópticos. Me hacía falta un poco de contacto directo con el clima completamente desnaturalizado de la civilización tecno-materialista y Manhattan, con o sin torres, es la capital de ese gigante en ruinas.

He traído conmigo una gran cantidad de material que Zecharía me proporcionó para que lo estudiara a conciencia. Estoy en eso. Pero no puedo sacarme de la cabeza la cuestión de la entrevista con el Capitán Ben. Estoy convencido de que lograré hacerle revelar secretos que serán determinantes para los días por venir.

Me pregunto dónde será el encuentro. Zecharía me dijo que sería informado oportunamente por medios que no admitirían dudas de ningún tipo. Parece que los Annunaki son muy estrictos en cuanto a las normas de seguridad. Ellos sabrán.

¿Será en algunos de los puntos terráqueos en los que se registra mayor actividad ufológica, como Capilla del Monte en Córdoba o la estancia La Aurora de la Banda Oriental? ¿Será en el área de influencia de la gran plataforma de cristal de meu Brasil amado? ¿Será en un templo de retiro de las cumbres del Tibet? ¿Será en un puesto de choripanes a la salida de la Bombonera?

Me gustaría contar con informes de inteligencia previos más suculentos acerca de esta gente. Como van las cosas, llegaré literalmente en bolas a ese encuentro.

Lamentablemente, nuestro Iluminado parece haber desaparecido. Supongo que habrá viajado a Alemania, para asistir a las exequias de Marcus Wolf, el célebre Karla de John Le Carré.

Esta gente, es sabido, se siente parte de una gran cofradía, no importa de qué lado del mostrador esté parada. Si lo sabré yo. Menos mal que me llamaron ustedes para salir de esa sociedad de fulleros con carné.

Yuri


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