miércoles, noviembre 08, 2006

PESADILLA CUATRO ESTRELLAS

Hermanitas y hermanitos rojísimos: amanecí un tanto confundido, como es habitual. Tal vez se deba a una pesadilla que tuve anoche: soñé que era abducido por una flota arcturiana que se empecinaba en lavarme el cerebro. Me torturaban sutilmente haciéndome escuchar todas las grabaciones del “Varón del tango”. Querían que admitiera la tesis de que el Mudo había nacido en Tacuarembó. ¡Qué cosa, los orientales! Menos mal que Don Alfredo les enseñó lo que es el tango, cuando grabó magistralmente “Farolito de Papel”.

El asunto es que desperté turulato, como abombado. Para aclarar la cosa y poner en orden las neuronas, me mandé una tirada del I Ching, la milenaria panacea que la Dama de mi Sangre me dejara para encontrar el rumbo cada vez que me extraviara.

El oráculo dictaminó: hexagrama 31, Hsien (El Influjo/El Cortejo). Trigrama superior Tui (el Lago/lo Sereno), trigrama inferior Ken (la Montaña/el Aquietamiento). Es el signo que abre la segunda sección del Libro de las Mutaciones e indica que las fuerzas yin y yang están en correcta disposición. La situación evolucionará del cortejo al matrimonio.

El dictamen sugiere:
El Influjo. Logro.
Es propicia la perseverancia.
Tomar una muchacha trae ventura.

¿Acaso se refiere a la misteriosa S., a quien el perínclito dedica su último ardoroso informe? ¿Será S. Sigmunda o Sulamita? ¿O tal vez Saturnino, lo que echaría por tierra la entera interpretación?

Pero también podría entenderse como una incitación a que el Vigía tome la iniciativa, ya sea con la enigmática G. o mejor con la senegalesa que le alimenta los ratones paranoicos.

Descarto que se refiera a Nati y al Caronte, porque bien sabemos que hace rato que ambos se han tomado mutuamente, casi a nivel de promiscuidad. En cuanto al Selenita y la Petunia, parece que se reencontrarán a la brevedad en Barescelona, pero lo primero que tomarán será toda la cava de la champañería.

Bueno, ése es el problema con los chinos: se abren tantos caminos que uno termina por dejar que Dios decida, lo que, por supuesto, es siempre lo mejor.

Quienes pretenden manejar la dirección de la vida son una manga de pedantes ingenuos que terminan enredados en su propio laberinto.

Miren si no al idiota de Arbustito y sus secuaces que, en pleno derrumbe del Imperio, pretenden subir la apuesta y declarar la guerra de los mundos en el territorio de la Red, creando un Comando Central para la batalla en el ciberespacio al mando del general de cuatro estrellas Robert Elder.

Según el site del Ministerio de Defensa yanky, el tipo dijo al asumir su cargo que “el cambio cultural es que vamos a tratar la Internet como un campo de guerra, y vamos a concentrarnos en él y darle prioridad para acciones en el ciberespacio y acompañarlas si es necesario con acciones en el espacio aéreo y terrestre”.

Lo dicho, queridos: los muchachos tiene el cerebro más limado que el Coronel Kurtz de Conrad y de Coppola.

O Almirante


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