martes, noviembre 28, 2006

TABARUTI, VERGÜENZA DE LA MASONERÍA


Emocionante su petite histoire con Shostakovich durante el sitio de Leningrado, camarada Lupus. Si las cosas no fueron así, por lo bellamente contadas, merecerían serlo.


A mí me dolió mucho que el ex Capitán de Ventosul, en tren de eliminar cualquier atisbo de épica en su vida, se tomara a la chacota mis reverencias a algunos héroes del Socialismo y de la Gran Guerra Patria, y pusiera en la misma bolsa al obrero Stajanov, al soldado Kalachnikov y a Stalin. Allí me di cuenta que la maconha hace estragos hasta en las mentes más lúcidas. Por suerte, no fue insensible ante el relato de ese concierto en nuestra Leningrado sitiada por el bárbaro teutón.


La escena de la gente en la iglesia que usted cuenta, mientras por el techo ausente cae la nieve, la vi en la película Andrei Rubliov, rodada por el gran Tarkovski en 1966, cuando aún no lo habían expulsado de su tierra. Tal vez fue una evocación de los días heroicos del sitio de Leningrado, metida en el corazón de una historia del siglo XIII.


Es que la Barbarie, lo mismo que la Fe y que la Belleza, no tienen fecha de origen, ni vencimiento. Son clásicos.


Le ruego que no se detenga, Lupus. Cuéntenos las otras dos historias de aquella gesta de Leningrado. De allí tomaremos modelos de conducta, ejemplos para seguir en la brega –así dice el Caronte– contra los botnios de adentro y de afuera.


Por suerte, nuestros encubiertos en la Asamblea de Gualeguaychú consiguieron frenar la “Operación Jericó”, días pasados.


Algún service de esos que no faltan, en este preciso momento, se pondrá a leer como un otario el Antiguo Testamento, intentando descular la modalidad del atentado. Creerá que vamos a dar la vuelta a la planta de Botnia tocando las trompetas, o algo así, y que las tolvas y chimeneas caerán como abatidas por un rayo...


Ay, muchacho, irredento service del Imperio. Deberías haber aprendido algo en tantos años de fisgonear blogs y páginas web. Jericó era un nombre falso. El verdadero nombre de la operación era… (por las dudas, no lo digo). (Practico el Sambelli, pero no masco vidrio.)


Lo importante, retomo el sentido de este despacho, es que pudimos hacer abortar la operación, protegiendo a nuestros agentes y evitando lo que habría sido un revés para la lucha del pueblo de Gualeguaychú, que es nuestra lucha.


En la vigilia del domingo al lunes, participé de una tenida masónica en el templo más antiguo de Villa Pobladora, con hermanos del Supremo Consejo Grado XXXIII de la Gran Logia del Plata (Rito Escocés Antiguo y Aceptado).


Estaban presentes, sólo para informar, dos hermanitos de la “Logia José Artigas”, a la que pertenece el infame traidor Tabaré Vázquez Rosas, actual presidente del mal llamado Paisito, que para nosotros será siempre nuestra querida Banda Oriental.


Es sabido que el traidor fue admitido en la Logia en 1988, y que poco después “entró en sueños”, para poder ejercer como intendente de Montevideo, representando a la coalición conservadora denominada “Frente Amplio” (con perdón del General y del Rufo, que la crearon con otros fines).


Volvió a la vigilia y a la Logia por un breve lapso, para levantar las banderas artiguistas y predicar la buena nueva del medio ambiente y de los recursos naturales. Pero luego, pagando el precio de poder ser candidato y el precio de conseguir votos en el ballottage, aceptó ser castrado.


Lo consultó con Mary (María Auxiliadora Delgado, su mujer) y ella estuvo de acuerdo. Quien quiere el gobierno, aún en un pequeño país del patio trasero del Imperio, debe aceptar sacrificios.


La ablación se llevó a cabo en la antigua clínica Barcia (hoy Centro de Oncología y Radioterapia), con la colaboración de los cirujanos Álvaro Luongo y Miguel Torres.


Los testículos de Tabaré fueron puestos primero en un frasco con formol y luego enviados a una bóveda secreta del Banco Mundial, en Washington.


Allí se conservan –no sabemos con qué fines– los huevos de varios presidentes sudamericanos.


Cuando pasaron los efectos de la anestesia y el castrado abrió los ojos, vio a la Mary preocupada, junto a la cama. Entonces, sacando la lengua y haciendo un gesto pícaro, le dijo: “No te preocupes, Mary, acá hay macho pa’rato”.


No fue tan así. A los pocos meses, la voz de Tabaré comenzó a cambiar, a salir de su registro barítono habitual y aproximarse al de un tenor en camino al contratenor. En una palabra: se aflautó.


Además del registro, Mary vio que fueron cambiando las inflexiones, los modos y el estilo verbal de su marido. Por momentos, parecía una mujer, una viejita democrática de aquellas que escuchaban Radio Carve durante el sitio del Caribe, en los sixties.


Su pecho perdió pilosidad. Aquel vello cano, enrubiecido por el sol del Este, se volvió pálido y lampiño, exhibiendo la sinuosidad de una tetas adolescentes.


Mary le contó muy reservadamente a una amiga (es decir: le dio difusión masiva) al relato de una tarde en que entró al dormitorio y lo vio a su marido con una peluca plateada, probándose un corsé negro y una medias de seda. No dijo nada ni comentó el incidente. Más tarde, se enteró de que aquella noche había sido la reunión decisiva con los agentes de Botnia, de la que había participado el mismísimo presidente Batlle, alias “El Llorón”.


El informe de los hermanos de la Logia Artigas, vertido de madrugada en el templo secreto de Pobladora, fue revelador. Allí comenzamos a entender.


Los principios de mi Oriente masón y de la Gran Logia del Plata me impiden contar más detalles. Sólo sepan que es información valiosa y que será utilizada por el CIRPR en los meses que vienen, para asestar un duro golpe a los mercenarios y alcahuetes del Imperio, a esa manga de castrados que dicen que nos gobiernan y no son capaces de erigir ni siquiera el pequeño mástil que tienen entre sus piernas, para mantener en alto los sagrados principios.


Gualeguaychú vencerá. El CIRPR vencerá. La RPR vencerá.


Desde Villa Pobladora,

O.


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