miércoles, diciembre 20, 2006

CUANDO MÁS SILENCIOSA, MÁS CERCA ESTÁ

Así es, hermanos y hermanas bolcheviques de viejo cuño. Cuño, de acuñar. Como la Tigresa Acuña. No me gustaría tener a la Tigresa Acuña de novia. Si un día se me escapara un pensamiento vulgar, me aplicaría un uppercut al hígado y me dejaría hecho mierda. No, saquemos lo de cuño.

La Novela de las Tarántulas de Fuego.

Negativo, camaradas. Disculpad: son las ráfagas de la droga que me enchufaron los marines en Guantánamo (de hecho, en el fondo, es decir en la verdad, en la raíz verdadera de los hechos que conforman lo que llamamos –en el CIRPR– la realidad, todo el mundo es un Guantánamo). No me la enchufaron a mí directamente, sino a Abdul Ajfad Ajimedarán, a quien por supuesto no conozco ni por foto, y que está en la punta de la isla caribeña (¡Devuelvan Guantánamo como tuvieron que devolver Hong Kong! ¡Devuelvan Gibraltar!) desde hace un año y medio por haber estado en el lugar justo (su parrillita de soublakis en una esquina de Nariya) en el momento equivocado (cuando una pandilla de drogados marines recorrió el sector y se llevó a cualquiera).
(¿Cuántas veces hemos estado enamorados de la mujer justa en el momento equivocado? Casi siempre.)
Así que: por los Presos de Guantánamo, ¡Salud! ¡Hasta la Victoria Siempre!

Al margen de la propensión a reiteradas digresiones, la droga me dejó como secuela haber enamorado a un sapo con labios de adolescente (no, el sapo no tenía labios de adolescente, los tenía la bella rubia que lo besó, yo).

¡Camarrrrradas! Basta de juegos. Tuvimos una semana feroz. Salvo el adorado Almirante, reponiéndose de heridas de guerra que casi lo dejan fuera de la lucha revolucionaria, todos estuvimos nutriéndonos con las Palabras Sagradas de los Reyes Revolucionarios: Carlos Marx y Federico Engels. Seré más claro y no oscurecerá un carajo: durante nueve días desarrollamos el Octogesimoséptimo Congreso Teórico de los Comandos Internacionales por la Revolución Proletaria Roja (popularmente conocidos como el CIRPR, como bien lo saben nuestros miles de lectores). Y hemos llegado a verdades deslumbrantes, como era obvio (obvio, obvio) esperar. Pero de eso hablaremos después, o quizá quiera antes explicárselo a los ágrafos humanos El Vigía de Pobladora, en ese caso no tiene más que detenerme. La cuestión es que estuvimos aislados del mundo, sólo con O Almirante como antena galáctica, manteniéndonos al tanto del avance implacable de nuestras luchas. Brillantes fueron, obvio, las peroratas del Apestado (estaba engripado) brillante bengalí rojo Don Alvaro, el Arcabucero del Malvin, sobre Artigas y Saravia en contraposición con los lagartos que están hoy gobernando la vecina orilla. La Flor de Almagro aniquiló de un plumazo, de diez plumazos, a todo el Arte Contemporáneo. Hizo mierda a Warhol y a miles de boludos. Reivindicó, eso sí, a Pollock y a Goya. Hizo mierda a Dalí: lo llamó “caricaturista del infierno soft”. Puso por las nubes a Hans Bellmer y a George Grosz. El Lunar Diablorojo estuvo a la altura de sus antecedentes: nos hizo probar de los más bellos licores destilados jamás por manos humanas. Luego hizo la más encendida defensa de los okupas que yo haya escuchado. Por supuesto, el sínodo del CIRPR emitió un comunicado en respaldo a los okupas catalanes y finlandeses. La Capitana Bea nos entregó quince deliciosas conferencias sobre el tejido de red de la información que ya recorre el mundo y que será imposible desatar. (El resto del Congreso se lo pasó metiéndose y sacándose cosas.) La Audaz Pitonisa, lanzada sí ya de lleno a recorrer el mundo con la bandera y las ideas del CIRPR entre los senos, nos abrió los ojos del alma con sus enseñanzas chamánicas orientoccidentales. Nos hizo ver que el CIRPR es un poltergeist, que hacemos girar la historia con nuestras cabezas. Que el CIRPR es más que humano.

Luego del cuarto intermedio más largo del mundo (pues todos queríamos seguir pensando juntos pero yo, el Subc. V., no nos dejé) vinieron las terroríficamente insondables conferencias de El Canoso, El Chugu y El Pollo. El Pollo, como genio que es de la Alta Economía, nos rompió la cabeza con la debacle capitalista mundial: ya están liquidados. (No quiere decir que nuestro triunfo sea ineluctable, pueden ellos mantenerse sobre las armas y la Barbarie Reinará Sobre la Tierra. Quiere decir que debemos ser cada día más aguerridos luchadores por lo que llamaremos “la revolución proletaria”. Por la dictadura del proletariado.) El Chugu, inscribiéndose en la tradición que marcara La Flor de Almagro, terminó de hacer mierda al arte contemporáneo. Reivindicó a Rembrandt, a Cezanne, a Soutinne y a Rimbaud. (Yo rogué a favor de El Greco, pero no hubo caso.) Y remató citando extensamente a Kazantzakis: “Cuando al escribir quiero hablar del mar, de la mujer, de Dios, me inclino sobre mí mismo y escucho lo que dice en mí el niño; él es quien me dicta mis palabras, y si logro llegar con las palabras a pintar esas grandes fuerzas –el mar, la mujer, Dios–, lo debo al niño que todavía vive en mí. Vuelvo así a ser niño para poder contemplar el mundo con mirada virgen y verlo siempre por primera vez”. El Canoso, cerrando la trilogía de la segunda jornada, se encaramó sobre el escenario y disertó diez horas sin parar sobre el marketing y su posible incidencia en la lucha de clases y en el desenlace para la toma de conciencia de las grandes masas para pasar de ser “clase en sí” a “clase para sí”. Sin dudas, uno de los nudos gordianos de la revolución en marcha.

En las gradas (vacías, pues era un Congreso a puertas cerradas, como corresponde) descansaban la Petunia Bogotana y el Niño Araña colomboargentinocatalaníndigo. A unos metros estaba la Actriz durmiendo a la Sabiduría. Por detrás, una pantalla líquida nos comunicaba con el Almirante.

Así dispuesto el auditorio, se levantó El Vigía de Pobladora, conocido en su barrio como Don O., y se trepó al escenario (habíamos roto la escalera no les escribo cómo). Comprobó que el micrófono funcionara bien repitiendo “un dos tres, un dos tres probando”. Extrayendo un papiro enrrollado oculto en su chaleco antibalas, comenzó a desgranar estas palabras en nuestros apabullados oídos: “Compañeras y compañeros de la RS…” (que, como los viejos saben y los jóvenes aprenden, no es más que la “revolución social”) que continuaron en una irrefutable constatación de que el capitalismo está definitivamente muerto como arma de progreso de la Humanidad. Del capitalismo sólo podemos esperar más y más horror. Pero de ahí a que lo podamos vencer hay un trecho, y gran parte de ese trecho consiste en formar el partido de la clase trabajadora. Luego de estas aclaraciones fundamentales, liquidó de un plumazo teórico-práctico a charlatanes como Kirchner, Lula, Tabaruti, la Bachelet, el Correa… Sólo hizo algunas salvedades en los casos de Evo y de Chávez, ciertamente distintos a aquellos cagatintas.

¡Camaradas! Mientras este Informe os escribo, oigo silbar las balas sobre el techo de nuestra sala. Son luces de bengala con las que los idiotas niños desean festejar nada sino encenderlas, y de ser posible introducirlas por nuestra ventana semicerrada. Así es, se acercan las fiestas cristianas de Nochebuena y Navidad y el pagano fin de año. Hoy, hablando sobre este mismo tema, nuestros camaradas italianos lograron quitar los festejos de Navidad del aula y eliminar los villancicos de la liturgia escolar. ¡Hurra por ellos!

¡Camaradas! La revolución, cuando más silenciosa está, más cerca está. Así culmina este Informe (que explica, de côté, el silencio de los escribas por estos días), y, como no podía ser de otra manera, culmina realmente al pedirles que se pongan de pie, que levanten por sobre nuestras cabezas las oriflamas celestes, blancas y rojas como la bandera entrerriana en Gualeguaychú, y que gritemos con el más claro de nuestros gritos: ¡VIVA EL CIRPR!

Subc. V.


Comentarios:
Qué me cuentan? Este tío está muy pero muy loco. Pero, joder, ¡cuántas verdades!

Joaquin
 
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