viernes, diciembre 08, 2006

DE ROBESPIERRE A NANOLITVI

Camaradas cirpreros: lo que sigue, en bastardillas, fue escrito en la fecha que se consigna, es decir, hace dos semanas:

VIERNES 24 DE NOVIEMBRE DE 2006

Camaradas:
¡Qué cruel es el mundo del alto espionaje internacional! Desconocía por completo la amistad que unía a El Iluminado con
Alex Litvinenko. Tiene razón El Iluminado al estar tan conmovido. Son años de nuestra propia vida la que nos arrancan. Si cuando desertó de la ex URSS, actual Putinlandia, ¿quién lo estaba esperando en Heathrow? El Iluminado, acompañado por el Vigía de Pobladora: lo llevaron a cenar, lo metieron en un hotel, lo bañaron, le consiguieron dos rusas y lo dejaron solito para que ejecute su balalaika. En fin, ha sido duro pero hemos asimilado la muerte de Alex, aunque más nos había dolido la de Anna Politkovskaya, quizá porque era mujer y tan bonita. Alex también era bonito, pero ya pelado era horrible. Y si la operación fue tal como la describió El Iluminado –y no tengo porqué no creerle–, debemos sacarnos el sombrero porque fue perfecta, digna de Impossible Mission Force. Estos de la KGB también perderán el pelo pero no las mañas.

¡Camaradas! Basta de lloratinas que a nada conducen. Dejemos las lágrimas para los estudiantes de Filosofía y Letras y los bisexuales. Nosotros tenemos tareas tremendas por delante.

Y esto siguió anoche y hoy viernes 8 de diciembre de 2006:

Aunque resultó que el tal Litvi era un asqueroso extorsionador.

El avance de la nanotecnología se da en el imperio de la Informática, claro, pero también se traslada a usos militares. Es más que probable que Litvinenko haya muerto por veneno nanotecnologizado. El nanoglobulito es introducido en el cuerpo (aspirado, ingerido, bebido o inyectado) y va liberando de a poco sus células devoradoras. Vieron cómo quedó Litvi en un par de días. Hecho bosta. Y se murió. (Para que se hagan una idea más concreta de qué es “lo nano”: así de grande como las explosiones solares sobre las que nos alertó tan genialmente O Almirante (o Yuri, ya no me acuerdo), que mandan billones de toneladas de algo incandescente a 900 kilómetros por segundo en dirección a la Tierra, bueno, así de grande pero al revés, en chiquitito. Bueno de nuevo: no tan chiquitos.)

Para cambiar de tema: lean cómo retratan a Robespierre, uno de los Maestros Inmortales del CIRPR:

“Incluso los aspectos violentos de la revolución popular eran aceptados por él como una parte inevitable, o por lo menos necesaria, de la Revolución. Los tumultos, el saqueo, los horrendos linchamientos y asesinatos que siguieron a la caída de la Bastilla –y es útil recordar que él no estuvo presente en ninguno de estos hechos sangrientos–, cuando las cabezas del gobernador de la cárcel y del prévot des marchands (o alcalde) fueron clavadas en picas y paseadas por las calles, a él le pareció que esto era una especie de justicia popular. Pero no era un hombre sediento de sangre. Él sostenía que estas atroces matanzas eran deplorables pero necesarias, causadas no sólo por la intransigencia de la contrarrevolución, sino por el salvajismo del antiguo régimen, cuyo brutal código penal había bestializado a la plebe y degradado la misma justicia. La Revolución era violenta, pero la venganza también lo era, y los contrarrevolucionarios debían ser castigados. El pueblo en armas nunca fue criminal para Robespierre: eran revolucionarios morales.”

David, Jordan: Robespierre

Hubiera querido seguir con lo nano… pero eso fue anoche. Hoy es dolor. Sólo dolor e incertidumbre.

Subc. V.


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