viernes, diciembre 01, 2006

RUFINO SE REÚNE CON MARCOLA

Ya que mis protegidos del CIRPR no me impidieron meter unas grageas sin ideología, aprovecho esta tarde soleada de São Paulo para ponerlos al tanto de últimos avatares. De paso, es responderle a Yuri, quien sugirió que podría intentar un acercamiento con Marcola. A los bifes:

Luego de cagarme a puteadas con los de la central sindical uruguaya, PIT-CNT, porque los muy soretes apoyan la instalación de la pastera (ese paisito también se llenó de traidores), salí carpiendo para Punta. Los cinco micros color naranja con el cartelito “Escolares” estaban esperándome en fila a la altura de Parada 7. Ciento setenta y cinco putas de la peor ralea bajaron en fila. Sólo les faltó hacerme la venia. Eran unos loros barranqueros espantosos, con polleritas de lycra que dejaban ver las rayas de sus culos desinflados. Las hice formar un círculo y les explique su misión. Muertas de risa, salieron a los piques a rodear el Conrad, la Gorlero, la Barra de Maldonado, la Mansa, la Brava, José Ignacio y la concha de la lora. Ja, Punta del Este convertida en un piringundín de cuarta. Misión cumplida.

Alquilé un BMW color amarillo patito y me dirigí a la frontera con Brasil. Crucé por el Chui regando billetes en las manos sucias de la guardia fronteriza. De ahí a San Pablo derechito. A mitad de camino llamé a Marcolita para avisarle que iba a verlo.

Cuando llegué a la fortaleza carcelaria paulista, un negro disfrazado de negra me abrió la puerta. “Marco te espera, Rufi. El Primer Comando de la Capital, PCC, a tus órdenes.” Cuando llegué a su celda de máxima seguridad, Marcola chasqueó los dedos y siete travas desaparecieron, apagó con el control remoto el plasma de 50 pulgadas, puso en sleep la computadora, apagó el modem, sirvió dos vasos con Jack Daniel’s y me miró fijo, invitándome a sentar frente a él. Me encantó de entrada su camisa de Ferragamo. Sin embargo, no lo vi animado como otras veces. Parecía atravesar un trance místico peligroso. Reproduzco, antes que O Globo, nuestra conversación:

–¿Qué te pasa, Marcolita?

–Rufi –me contestó después de suspirar– yo soy una señal de estos tiempos. Yo era pobre e invisible. Ellos nunca me miraron durante décadas y antiguamente era fácil resolver el problema de la miseria. El diagnóstico era obvio: migración rural, desnivel de renta, pocas villas miseria, discretas periferias; la solución nunca aparecía... ¿Qué hicieron? Nada. ¿El Gobierno Federal alguna vez reservó algún presupuesto para nosotros? Nosotros sólo éramos noticia en los derrumbes de las villas en las montañas o en la música romántica sobre “la belleza de esas montañas al amanecer”, esas cosas... Ahora estamos ricos con la multinacional de la droga. Y ellos se están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de su conciencia social ¿Viste? Yo soy culto. Leo al Dante en la prisión.

–¿Te puedo ayudar en algo? Podríamos buscar una solución…

¿Solución? No hay solución, hermano. La propia idea de “solución” ya es un error. ¿Ya viste el tamaño de las 560 villas miseria de Río? ¿Ya anduviste en helicóptero por sobre la periferia de San Pablo? ¿Solución, cómo? Sólo la habría con muchos millones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general y todo tendría que ser bajo la batuta casi de una “tiranía esclarecida” que saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice. ¿O vos creés que los chupasangres (sanguessugas, me dijo, qué linda palabra) no van a actuar? Si nos descuidamos van a robar hasta al PCC. Y del Judicial que impide puniciones. Tendría que haber una reforma radical del proceso penal del país, tendría que haber comunicaciones e inteligencia entre policías municipales, provinciales y federales (nosotros hacemos hasta conference calls entre presidiarios...) Y todo eso costaría billones de dólares e implicaría una mudanza psicosocial profunda en la estructura política del país. O sea: es imposible. No hay solución.

–Marco, cuidate, podría darte un infarto con tantos pensamientos.

–Ellos son los que tienen miedo de morir, yo no. Mejor dicho, aquí en la cárcel ellos no pueden entrar y matarme, pero yo puedo mandar a matarlos a ellos allí afuera. Nosotros somos hombres-bombas. En las villas miseria hay cien mil hombres-bombas. Estamos en el centro de lo insoluble mismo. Ustedes en el bien y el mal y, en medio, la frontera de la muerte, la única frontera. Ya somos una nueva “especie”, ya somos otros bichos, diferentes a ellos. La muerte para ellos es un drama cristiano en una cama, por un ataque al corazón. La muerte para nosotros es la comida diaria, tirados en una fosa común ¿Ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de ser marginal, ser héroe? Entonces ¡llegamos nosotros! ¡Ja, ja, ja...! Yo leo mucho; leí 3.000 libros y leo al Dante, pero mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país. No hay más proletarios, o infelices, o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad. Ya surgió un nuevo lenguaje. ¿Ustedes no escuchan las grabaciones hechas “con autorización” de la justicia? Es eso. Es otra lengua. Está delante de una especie de post miseria. Eso. La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes. Mis comandados son una mutación de la especie social. Son hongos de un gran error sucio.

La mierda. Tenía razón Bakunin (¿o fue Kropotkin?) cuando decía que la cárcel es el único lugar donde un proletario puede estudiar. Marcolita estaba hecho una fiera. Una mezcla de Marx, Bourdieu, Foucault, Lenin, Castoriadis…

–Marcolita, ¿qué fue de ese botija que abría puertas de coches frente al Sheraton? ¿Qué cambió en estos años?

-Mangos. Nosotros ahora tenemos. ¿Creés que quien tiene 40 millones de dólares como Beira Mar no manda? Con 40 millones de dólares la prisión es un hotel, un escritorio... ¿Cuál es la policía que va a quemar esa mina de oro, entendés? Nosotros somos una empresa moderna, rica. Si el funcionario vacila, es despedido y “colocado en el microondas”. Ellos son el estado quebrado, dominado por incompetentes. Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ellos son lentos, burocráticos. Nosotros luchamos en terreno propio. Ellos, en tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ellos mueren de miedo. Nosotros estamos bien armados Ellos tienen calibre 38. Nosotros estamos en el ataque. Ellos en la defensa.

Ellos tienen la manía del humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Ellos nos transformaron en super stars del crimen. Nosotros los tenemos de payasos. Nosotros somos ayudados por la población de las villas miseria, por miedo o por amor. Ellos son odiados Ellos son regionales, provincianos. Nuestras armas y productos vienen de afuera, somos “globales”. Nosotros no nos olvidamos de ellos, son nuestros “clientes”. Ellos nos olvidan cuando pasa el susto de la violencia que provocamos.

–Y si vos estuvieras en lugar de ellos, ¿qué harías? (cuando le pregunté esto pensé: Marcola Presidente, pero no se lo dije).

–Te voy a dar una idea, aunque sea en contra de mí. ¡Agarren a “los barones del polvo” (cocaína)! Hay diputados, senadores, hay generales, hay hasta ex presidentes del Paraguay en el medio de la cocaína y de las armas. ¿Pero, quién va a hacer eso? ¿El ejército? ¿Con qué plata? No tienen dinero ni para comida de los reclutas. El país está quebrado, sustentando un estado muerto con intereses del 20% al año, y Lula todavía aumenta los gastos públicos, empleando 40 mil sinvergüenzas. ¿El ejército irá a luchar contra el PCC? Estoy leyendo Klausewitz, Sobre la Guerra. No hay perspectiva de éxito. Nosotros somos hormigas devoradoras, escondidas en los rincones. Tenemos hasta misiles anti-tanque. Si embroman, van a salir unos Stinger. Para acabar con nosotros... solamente con una bomba atómica en las villas miseria. ¿Ya pensaste? ¿Ipanema radioactiva?

–¿Y entonces? ¿Cosa facciamo?

Sólo pueden llegar a tener algún éxito si desisten de defender la “normalidad”. No hay más normalidad alguna. Ellos precisan hacer una autocrítica de su propia incompetencia. Pero a ser franco, en serio, en la moral. Estamos todos en el centro de lo insoluble. Sólo que nosotros vivimos de él y ustedes no tienen salida. Sólo la mierda. Y nosotros ya trabajamos dentro de ella. Entiéndame, hermano, no hay solución. ¿Sabés por qué? Porque ellos no entienden ni la extensión del problema. Como escribió el divino Dante: “Pierdan todas las esperanzas. Estamos todos en el infierno”.

A esta altura ya se me retorcían las tripas. No era sólo hambre, era reconocer que Marcola tenía razón. Me puse de pie y le pedí permiso para irme.

–Rufino, mi cárcel es tu cárcel. Podés ir o venir cuando quieras –me dijo abrazándome. Me pareció que lloraba. Salí de la celda y me despedí de los siete travestis, quienes acomodándose las Kalashnikovs en el hombro me hicieron, esta vez sí, la venia militar. La misma negra-negro me abrió la puerta de salida.

–Rufi –me susurró mientras cerraba el portalón de hierro–, cuando vuelvas me hacés el orto y yo te lo hago a vos.

Salí cagando aceite. En la esquina me encontré con el gerente de O Globo y le entregué la cinta en la que había grabado las visiones de Marcola, por la que previamente me había entregado medio millón de reales. Marcola supo todo el tiempo que hablándome a mí le estaba hablando a los lectores de O Globo, a todos los brasileiros, a Latinoamérica, al mundo entero. Lo que no sabía es que también estaba colaborando con las finanzas del inquebrantable CIRPR.

Rufino Lafinur, rufián


Comentarios:
Rufi, sos mi ìdolo!!!!

CUCHI,
DE VILLA SOLDATI
 
No querés trabajar para mí, Cuchi. Como con el CIRPR, vamos miti y miti. Y a fin de año te regalo una remera, un perfume y un collar.
 
De acá va a laburar para vos, piojoso. Rajá turrito, rajá. ¡Sacad los honorarios / de nuestros ovarios!
 
Rufi, después de tu encuentro con Marcola lo he visto dando vueltas con una medallita del Sai Baba entre las manos.... Lo viste?
 
Dijo que era la imagen del pai gilberto, con quien había tenido un encuentro. La cosa es que faso va faso viene, terminaron encontrando una solución: legalizar la droga y conformar un fondo de distribución. Tengo detalles de esa conversación, si te interesa.
 
sí, contame los detalles que me interesan mucho
 
Pai Gilberto le dijo que con esto de la vacuna contra la adicción a la cocaína se venía la debacle. Así que Marcolita rápidamente dijo: ¿llegó la hora de legalizarla? Nos va a traer algunas disputas, pero podríamos concentrarnos en el desarrollo productivo antes que innovar en formas de distribución. El Estado tendría que establecer precios sostén para el primer momento.....
Siguió pensando. Pai Gilberto lo bendijo y sacó unos buzios para consultar.
¿Y con eso qué, Marcolita?
 
Pai Gilberto alzó los brazos al cielo, se limpió el sudor y arrojando los caracoles sobre el escritorio habló:
- Necesitaremos más campesinos, más técnicos, más ingenieros. Desplazaremos a la soja con nuestros cultivos de amapolas, marihuana y coca. Imaginate Sudamérica repleta de flores. Transformaremos el narcotráfico en agroindustria, contando para ello con la visión innovadora del CIRPR-
Marcola chasqueó los dedos y los travas regresaron.
- Una cachaza para el amigo- encargó- Pai, cómo haremos para exportarles a los gringos si no hacemos eje en la comercialización? Nos van a bloquear -
 
- Así como millones de turistas van a Paris para admirar de cerca la torre Effel, los consumidores vendrán a nosotros. Se formarán uniones y ligas que reclamen calidad por igual precio. Merca pura, cogollos de marihuana enteros, todo natural, ecológico....! El vuelo de la gente será distinto. Oye Marcola, llegó el momento! Estamos dentro del cirprespacio.-
 
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